Educación pública, sus huecos y colmos
Sinopsis
En gran medida el fracaso de los proyectos de Reforma Educativa en las últimas décadas, se debe al sitio y la perspectiva desde donde se diseñan los cambios legales y programas específicos correspondientes a cada una: en el “centro” y desde el Centro. Al centralismo le es invisible la diversidad de las entidades federativas, pues en el escritorio del poder, expresado por medio de los planes educativos emanados del edificio de la SEP de la Ciudad de México, el país es un plano, un mapa escolar con el dibujo de la división política: las líneas, fronteras y vecindades de los estados. De plano, un plano que ni siquiera se hace cargo de la orografía, menos de la historia específica y las distintas conformaciones organizativas y grupos diversos que se disputan - y se disputaron en el pasado, incluso en el largo plazo en el que se incluye el siglo XIX - la construcción de los sistemas educativos estatales. Un mapa asentado sobre la superficie del escritorio del reformador omnisciente (al menos así se concibe) no tiene ni huecos ni colmos; no hay barrancas ni montañas; no hay relaciones de poder ni la complejidad de los procesos locales. Se mira en el espejo como un dios soberano y soberbio, que, a partir de su comprensión aplanada de la cuestión educativa, y por ello errada, enuncia su propio eco como programa de cambio: “hágase”. Suponen, por ejemplo, que las y los docentes son de plastilina. Es decir, de un material susceptible de ser manipulado a gusto, placer y propuestas -¿capricho, quizá? - de los transformadores que se alimentan de libros, de experiencias a las que llaman “buenas prácticas” y son bien vistos por las agencias extranjeras que son cercanas a los sitios desde donde estudiaron sus posgrados. De esta actitud se sigue que, sin tomar en cuenta la densidad en la construcción de los hábitos y procesos que se juegan en las aulas, las escuelas y los sectores educativos, los reformistas centralizados consideran factible modificar lo cotidiano por su propio mandato y de inmediato.
Tampoco advierten que, en la diversidad del país, los espacios educativos locales han evolucionado a lo largo del tiempo de manera diferente y diverso, con actores específicos, tensiones particulares y equilibrios inestables muy variados. Por ello, confunden el organigrama local de sus manuales burocráticos, con la complejidad de la vida institucional en las entidades. En cada uno de ellos hay actores que participan en procesos en el contexto de estructuras peculiares.
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